Una de cortometrajes

Escrito por las patitas de Cucaracha en su guarida domingo, abril 28, 2013

El pasado jueves día 25 de marzo, en la semana de cine de un pueblo serrano llamado Aracena (del que puedo decir que tengo el honor de provenir) tuvo lugar el estreno de un cortometraje. Nunca antes había sabido yo demasiado sobre este mundillo de los cortos, de su elaboración y del trabajo que se esconde detrás de esos cuantos minutos de proyección que bien pueden alargarse hasta la media hora. Aunque a día de hoy sigo sin conocerlo en profundidad, en este caso en concreto he tenido la oportunidad de poder asomar la cabeza a esta dimensión desconocida, puesto que he podido vivir de cerca del proceso que dio a luz a esta pequeña obra. 



La línea argumental de Ontromus surgió a raíz de una historia mía. El embrollo comenzó por el año 2011, a partir de un concurso local organizado por la Casa de la Juventud de Aracena; se trataba de un certamen de relatos cortos cuyo premio sería llevar la historia contada a cortometraje. El director Guillermo Suero sería el encargado de dirigir el proyecto. Aunque lo estuve dudando, finalmente decidí apuntarme para probar suerte, puesto que la curiosidad por conocer la experiencia de ver una historia propia en pantalla era demasiado grande. 

Me es difícil acordarme de cómo surgió la idea para la historia de Ontromus: sólo recuerdo el reto que supuso, una vez diseñado el argumento, ceñirme a un entorno realista para que el relato pudiese realmente ser adaptado a la pantalla sin necesidad de recursos costosos. Siendo una historia del ámbito del terror sobrenatural fue verdaderamente un desafío, y lo mismo ocurrió con esa terrible cifra que siempre se nos suele imponer desde este tipo de concursos y que tantos quebraderos de cabeza puede llegar a dar: el número máximo de páginas. Tuve que abreviar al máximo, recortar pasajes e incluso jugar sin piedad con los márgenes de página y con el tamaño de la letra. Cuando vi el resultado, con letra tamaño 9 y los márgenes tan estirados que casi estaban en negativo, pensé: "esto no va a colar ni a la de tres". Pero mira tú por dónde: no sólo "coló", sino que también ganó el concurso. 

Desde que me lo comunicaron, el director del que entonces sólo era el boceto de un proyecto empezó a contactar conmigo en numerosas ocasiones. En nuestras primeras reuniones, tan sólo habábamos de cómo plantearlo. Yo no me atrevía demasiado a imponer mi criterio, dado que sabía más bien poco de técnicas de rodaje, aparte de que debíamos tener en cuenta que no disponíamos de medios desorbitados precisamente; sin embargo, sí que tuve oportunidad de aportar sugerencias y compartir mi punto de vista. Más adelante, empecé a conocer en carne y hueso a los actores que encarnarían a mis personajes. Fue una experiencia extrañísima, pues el salto que pendía desde el retrato mental que había esbozado de ellos (apenas un croquis borroso con dos o tres detalles claros en mi cabeza) hasta pasar a conocerlos como personas de carne y hueso, fue bastante, bastante bestia. Eso lo puedo decir con total seguridad: asimilar una historia inventada por ti interpretada por actores reales y desarrollándose en tu entorno habitual no es fácil. Pero, a medida que te vas a haciendo a la idea, no está nada mal.

Aunque no pude estar presente durante el rodaje de la mayoría de escenas debido a la distancia, sí que fui testigo del desarrollo del montaje, escena a escena. Cada vez que se rodaba un trozo del cortometraje, Guillermo me lo mostraba. Casi todo eran escenas sin diálogo, puesto que la mayoría de la narración sería llevada a cabo por una voz en off que se grabaría al final junto con el resto de las voces. Poco a poco veía trozos del relato hacerse realidad con una calidad que, la verdad, no me esperaba; todo ello me sorprendió para bien.

El verano pasado, dado que por fin coincidiría con un episodio de rodaje, el director me propuso reunir gente para salir de extras en una de las escenas. La verdad es que fue muy divertido volver al instituto donde había estudiado en mi adolescencia provista de carpetas y estuches para hacer de estudiante. Me resultó muy curioso lo difícil que se hace actuar con naturalidad cuando un director te ordena "actúa con naturalidad" y enfonca con una cámara en tu dirección. Hasta andar normal se convierte en una ardua tarea. Ese día terminé de confirmar que la actuación no es lo mío, pero me divertí mucho y, por suerte, apenas se me ve en el resultado final del cortometraje.

El rodaje se extendió en el tiempo, debido a la poca disponibilidad de todo el equipo que debía coincidir para poder seguir rodando (culpa del trabajo y los estudios, dado que el elenco constaba de actores de todo rango de edades). No estoy segura de si el proceso de grabación comenzó en 2011 o en 2012, pero sí sé que no se ha detenido hasta este mismo año 2013. Hubo altibajos de todo tipo: el clima que no acompañaba a las expectativas, caídas de la cámara principal, actores que no podían continuar, falta de tiempo, e incluso parones en los que se llegó a plantear la idea de no continuar. No conozco de cerca ni la mitad de los obstáculos que ha tenido el rodaje, pero pese a ello el proyecto siguió adelante. Hasta que, a principios de este año, se presentó la oportunidad de estrenarlo en concidiones: en pantalla grande, en el teatro, durante la semana de cine. Pero claro, para ello había que pisar el acelerador y tenerlo todo listo para abril.

El director me pidió que redactara el guión de la voz en off que contaba la historia. Me resultó muy complicado, dado que nunca antes había escrito nada por el estilo. Me explico: estoy acostumbrada a narrar, a contar historias para ser leídas; pero me resultaba difícil imaginar mis textos siendo hablados mientras las imágenes se sucedían al mismo tiempo. Se trataba de contar una historia que ya antes había contado, pero atendiendo a dos frentes al mismo tiempo, sincronizándolos y complementándolos. El resultado final me quedó muy extenso, así que el director tuvo que "readaptar la adaptación" en algunos puntos. En su día no me hizo gracia, pero admito que ahora lo veo de otra forma: seguramente fuera una buena idea, pues habría quedado demasiado recargado de la otra forma.

Los últimos retoques se llevaron a cabo; pequeñas escenas que había que rodar, grabar el doblaje, encontrar un proyector adecuado... La fecha se había establecido ya para el día 25, así que todo ello se hizo en plena recta final. Al final, por fin, pude ver la versión pre-definitiva, a la que todavía se le hicieron algunos ajustes. 

Y, después de dos años, llegó el día del estreno.

Fue un día de locos, al menos para mí. Para empezar, yo me encontraba a punto de emprender el viaje hasta mi pueblo para asistir a la proyección del corto, que empezaría a las 7:30 para el equipo que había participado en el rodaje y a las 8:30 para el resto, cuando me enteré indirectamente de que me iban a hacer una entrevista en la radio local, Radio Sierra de Aracena. Fue muy surrealista, totalmente en plan:
—Oye, que me ha dicho Fulanito que le ha dicho Menganito que vas a salir en la radio. 
—Ah... Pues qué bien, ¿no?
Y claro, yo que eso de la radio siempre lo he visto desde fuera, no sabía que esperarme. Y teniendo en cuenta también que nunca antes me habían hecho una entrevista de ese tipo, imaginaos los nervios.

Así que, nada más llegar, solté la maleta y tiré para la radio. Allí me atendieron muy amablemente y se ofrecieron a hacerme un huequito en el programa de aquel mismo día, para publicitar un poco el estreno del corto. No fue tan terrible como me temía; cuando empiezan a preguntarte sobre cosas que te apasionan, te olvidas un poco del micrófono que hay delante y de que se está registrando todo lo que dices. Resultó una experiencia muy agradable y divertida. 

La entrevista que me hicieron se puede escuchar aquí, por si a alguien le interesa. Yo no la he escuchado (ni pienso hacerlo), pero me han dicho que quedó bien.

Cuando salí de la radio apenas me dio tiempo a relajarme, pues en un ratito empezaba la proyección privada de Ontromus en el teatro. Allí me reuní con todos los participantes del corto, algunos conocidos y otros no tanto, y al fin, después de tanto tiempo, pudimos ver el cortometraje terminado en pantalla grande. Se me pone una sonrisa boba cuando recuerdo la sensación que sentí, y el ruido de los aplausos al terminar. Además, el representante de la Casa de la Juventud tuvo todo un detalle conmigo y me entregó un bonito obsequio como símbolo del premio que había ganado allá en 2011: una pluma, para alentarme a que siguiese escribiendo. Me pareció un gran gesto, la verdad.

Después de la sesión privada, salimos del teatro hasta que comenzase la segunda proyección, que era "la oficial" y se llevaría a cabo de forma previa a la película El Muerto y ser feliz. Entré a ver el corto una segunda vez, esta vez fijándome mejor en los detalles y en los planos. Después, por supuesto, llegó el turno de los corrillos de opiniones y de las reuniones para celebrar un día tan emocionante como era el de aquel estreno, que daba fin a un largo proyecto.



Así fue todo. Aún no se ha decidido de forma rotunda qué destino le depara al cortometraje Ontromus: tal vez se siga proyectando en otros lugares, tal vez se presente a concurso... Procuraré que, cuando ya se hayan realizado o descartado todas las posibles opciones, el corto se cuelgue en internet para que, quien quiera, pueda verlo. Mientras tanto, aún habrá que esperar un poco.

Y respecto al relato que dio pie a esta odisea... La verdad, pasé mucho tiempo pensando en dejar que su vida terminase ahí, ganando un concurso y siendo adaptado a la pantalla. Sin embargo, hace poco sentí nuevas ganas de contar lo que en su día, debido a los márgenes establecidos por las bases del certamen, me resultó imposible escribir. Me sentí con fuerzas renovadas para dar oxígeno a la historia, desarrollarla, proveerla del transfondo que en un principio pensé en darle. Al final, aquel relato se transformó en una novela corta que me encuentro ultimando. 

Muy pronto estará completamente lista. Cuando lo esté, probaré suerte a ver si alguien quisiera apostar por ella. Si no es así, igualmente tendréis noticias de ella dentro de poco: de una forma u otra, quiero que la versión escrita de Ontromus pueda ser leída.

Gracias, si te has tomado la molestia de leer hasta aquí, y espero que te haya gustado esta pequeña crónica de lo que ha sido el primer cortometraje en cuya elaboración me he visto involucrada.

Experimento literario "Destila Estilo" (I): ¡Resultados!

Escrito por las patitas de Cucaracha en su guarida martes, abril 23, 2013

Antes que nada, ya que estamos a 23 de abril, no puedo pasarme por el blog sin desearos ¡muy feliz día del libro a todos! Os deseo un día muy especial, ya sea o no en compañía de libros o de ideas que algún día se transformarán en libros.

Y qué mejor manera de celebrar el día del libro que rodeados de... ¡relatos!

En fin, con unas cuantas semanas de retraso (cosa que ya no es rara en este blog) os traigo por fin los resultados del experimento literario que propuse hace un par de entradas.


Para refrescar un poco la memoria, os cuento de qué iba el tema: la prueba partía de un pequeño texto en el que yo resumía una corta historia de forma muy simple y breve:


Un hombre se despierta en medio de la noche porque ha escuchado ruidos en su casa. Al ir a mirar de qué se trata, descubre que se ha colado un gato por la ventana.


De este modo, la gente que se animase a participar tendría que desarrollar un poco esa historia, dándole su estilo personal y adaptándola a su gusto, incluso inventando el final que les apeteciese. El objetivo era comparar los distintos estilos literarios que podían surgir a partir de una misma base. La verdad es que estoy muy contenta con el resultado: han sido tres relatos los recibidos, y los tres tienen un estilo bastante distinto entre sí, no solo en la prosa sino en el enfoque que se les ha dado.

Por supuesto, quiero dar las gracias a las personas que en seguida se animaron a participar en esta pequeña ida de olla, dado que sin ellas el experimento se habría quedado en un triste intento. ¡Olé vosotros!

Y sin más dilación, vamos a pasar a los microrrelatos enviados.




El primero de ellos es un breve relato que continúa la premisa establecida, escrito por Laura Muñoz:


El hombre tragó saliva un tanto asustado, pues no recuerda haber dejado abierta en ningún momento la ventana de su habitación. Por si fuera poco, el gato de largo pelaje negro comenzó a hablar...


Laura Muñoz.


Me gusta: unas cuantas palabras, un estilo directo y toda una intriga abierta. Puede ser desde el principio de una historia hasta un microrrelato de terror. Me viene a la mente ese famoso cuento de Thomas Bailey Aldrich: "Una mujer está sentada sola en una casa. Sabe que no hay nadie más en el mundo: todos los otros seres han muerto. Llaman a la puerta.". En fin, el tema de los microcuentos da para mucho; lo que venía a expresar es lo curioso que me parece que solo un puñado de palabras basten para esbozar un millón de posibles historias.

El siguiente relato pertenece a Una Soñadora, quien desarrolla el esquema inicial de la siguiente forma:



Javier se despertó sobresaltado, permaneció unos segundos sentado en la cama, asustado, con los ojos abiertos como platos y las orejas mas aun, esperando por si el ruido se repetía. 

 Escuchó algo, que parecía el llanto de un bebé, provenía de la cocina. 

 Descalzo y de puntillas avanzó despacio, agarró con fuerza la escoba, que se había quedado abandonada en el pasillo el día anterior, para defenderse del posible ladrón. 

 Al grito de "estoy armado", encendió la luz, mientras alzaba la escoba por encima de su cabeza.

 Un gato, de pelaje rojizo, lo miró desde la mesa relamiéndose los bigotes y sin hacer mucho caso volvió a la tarea de beberse la leche que Javier había olvidado tomarse. 

 El chico se dejó caer en una silla y acarició al gato, que seguía como si nada, miró hacía la ventana abierta, vio la jarra de agua volcada y entendió lo que había pasado. 

 Javier se levantó y se dirigió a la nevera,mientras servia un vaso de leche para él 

—Sabía que vendrías a buscar tu escoba, por eso me la llevé. 

 Volvió a su silla, dejó el vaso de leche sobre la mesa, sonriendo y abrazó con fuerza a la chica, de pelo rojizo, que lo miraba, también sonriente, sentada sobre la mesa de la cocina.


Una soñadora.


Ese giro inesperado del final consiguió sacarme una sonrisa. En este caso, Ana nos ofrece una acción más detallada y dinámica envuelta en tensión hasta el descubrimiento del gato en la cocina. Lo mejor es que, hasta la llegada de las dos últimas frases, no se adivina la verdadera intención del relato. El final, de corte más fantástico, también da pie a muchas posibles historias; sin embargo, la sonrisa de ambos personajes deja la sensación de un final feliz.

El último de los relatos recibidos corre a cargo de Alberto "Príncipe de los Extraño" Muñoz, que también comienza su narración justo al final de la premisa:



Suspiró el hombre relajado, pues temió por un instante que ladrones entraban en casa, para robarle, para matarle mientras dormía. Su miedo a perder lo poco que tiene le hizo imaginar sombras sin rostro, violencia, dolor y pánico. 

Se sentó el hombre en una silla, pues hubo un momento en que creyó que sus antiguos amigos volvían para celebrar su cumpleaños con una fiesta sorpresa. Afecto, camadería, confianza… Su nostalgia le hizo atisbar un pequeño rayo de luz que se revelaba como falso. 

Sollozó el hombre, pues durante un suspiro imaginó que volvía a casa la mujer que nunca quiso perder, aquella que se fue sin ser apartada, el olor de su almohada. Su corazón latió con fuerza en ese tiempo, y ahora, temía que se parara. 

Arremetió el hombre contra el gato, felino burlón que venía a despertarlo en la noche para atormentarlo, rebuscar en su interior con un cuchillo y sacar lo poco bueno que conservaba. Viendo una lluvia de objetos, el felino huyó por donde había venido. 

Y entonces el hombre lloro de forma patética y desconsolada, pues vio que había desperdiciado la única compañía que el mundo le quiso regalar. Amargado, vio pistola donde había una mano extendida, y burla donde había empatía. Y lloró y lloró, pues se dio cuenta que al estar anclado a lo que fue, las puertas de lo que será habían comenzado a cerrarse, y él ponía los pestillos más recios.

Alberto "Príncipe de los Extraño" Muñoz.


También me ha encantado. Como veis, aquí tenemos un texto mucho más amargo, con una narrativa de matices más antiguos y reflexivos. A pesar de estar escrito en tercera persona, es un autorretrato muy personal de la psique del personaje en el mismo momento en el que el dolor se desarrolla. Me gusta mucho la elección del vocabulario  y la expresividad desgarradora de la narración. 




Y este ha sido el resultado de este pequeño experimento. ¿Qué os ha parecido? Si os apetece debatir, dar vuestra opinión o hacer cualquier propuesta, que nadie se corte a la hora de dejar un comentario :)

¡Nos vemos!