Costa de Fuego 2012

Escrito por las patitas de Cucaracha en su guarida jueves, septiembre 20, 2012

Dos meses después, aún me queda el gusanillo de hablar de él. Y es que el festival de música metal Costa de Fuego, inaugurado el pasado mes de julio, ha supuesto una primera toma de contacto inmejorable con el mundo de los festivales de música. No solo a causa de la organización  y del elenco de grupos contratados, sino porque por fin, ¡por fin! después de tanto tiempo he podido ver en directo a Nightwish, mi grupo favorito desde hace bastantes años. Sin duda, un día para recordar el resto de mi vida, sobre todo contando con que coincidió con el día de mi cumpleaños.

Esta primera edición del festival tuvo lugar en Benicassim, mismo emplazamiento en el que poco antes se había celebrado el FIB (o Festival Internacional de Benicassim). Por ello, pienso yo, a pesar de ser "su primera vez", la experiencia de otros festivales en el mismo recinto permitió una buena organización en todos los sentidos (excepto en esos precios de comida, bebida y merchandising con los que te clavan sin piedad, pero no nos esperábamos otra cosa). La distribución de los escenarios (había cuatro, de distinto tamaño) no era del todo mala, de forma que las músicas de los distintos grupos que tocaban simultáneamente no se pisaban entre sí. El lugar contaba con grandes servicios lo cual es de agradecer en eventos tan multitudinarios—, zonas de esparcimiento y lugares para refugiarse del sol, distribución de vasos de agua fría para los que estaban cerca de los escenarios y demás detalles que contribuían a mejorar la impresión general. La mía fue bastante positiva, desde luego.


Pero bueno, dejémonos de comentar el recinto. Vamos a lo que interesa... ¡los grupos!




PRIMER DÍA

La cosa comenzó el viernes día 20 de julio por la tarde. Tuvimos la suerte de contar con un alojamiento cerca del lugar del festival, por lo que no nos quedamos en la zona habilitada para acampar. Mientras esperábamos a que abrieran las puertas del recinto (más o menos a las seis), dado que habíamos llegado bastante tempranito, nos sentamos bajo un árbol planeando qué escenarios queríamos pisar a tal o cual hora. Durante la espera también nos entretuvimos observando a la gente que llegaba con grandes maletones y tiendas de campaña, y disfrutando del desfile de camisetas de grupos y melenas largas que se paseaban por el lugar. Hombres del mundo, lo digo en serio: no tengais miedo de dejaros el pelo largo. Puede llegar a dar muy buenos resultados.
Cabe destacar que vimos exactamente la misma camiseta negra con el símbolo de Guns n' Roses miles de veces. Se notaba quiénes iban a ser los protagonistas de la velada.


Asociación de Metaleros en Busca de Sombra (a.k.a. AMBS)
Cuando la hora de abrir las puertas de acercaba peligrosamente, la gente se despegó de la sombra de los árboles y comenzó a formar cola en la entrada. No hubo mucho lío para entrar y finalmente accedimos al interior, sintiéndonos de pronto como unos cachorrillos hiperactivos a los que sueltan en el parque; no sabíamos a dónde ir primero. Como aquel primer día no teníamos la urgencia de quedarnos en un escenario toda la noche, sino "picotear" de uno y de otro según nos apeteciera, empezamos curioseando por las tiendas en busca de algún recuerdo que nos gustara y que no adelgazara demasiado nuestras carteras (¡había un montón de camisetas deseables!). También vimos por allí a Pilar Rubio, pero nos ignoró completamente y pasamos del tema. Después, cuando ya empezaron los conciertos, nos dirigimos todos en masa cual zombis del metal hacia el escenario Costa de Fuego, el más grande; We are the Ocean estaban a punto de salir a escena.




No conocía a este grupo previamente. Estuvieron bastante agradables de oír, pero al ser los primeros en tocar no contaron con mucho ambiente (aparte de que les tocó todo el sol de pleno). A medida que iba atardeciendo, el tiempo se volvía más agradable; pero aún nos quedaban unas horitas de sol intenso con el calor veraniego.

Tras los We are the Ocean, nos quedamos junto al escenario grande para echarle un ojo (o más bien una oreja) al siguiente grupo: los finlandeses Amorphis.




¿Qué les pasa a los finlandeses con el metal? ¿Llevan el talento en la sangre o algo así? Bueno, el caso es que Amorphis fueron uno de mis fichajes del festival. Canciones potentes y buen directo, y el vocalista deleitándonos con su rasta-helicóptero kilométrico. Me gustaron un montón y el ambiente iba en auge.

Cuando terminaron los Amorphis decidimos ir a rondar un rato por los otros escenarios y nos lanzamos a por el Black Bikini (curioso nombre) para ver a los Angelus Apatrida.




Aquí nos sumimos de lleno en el desfase. Se notaba que ya iba creciendo una alfombra considerable de vasos de plástico y restos de cervecita por el suelo. Angelus Apatrida, grupo español (cosa que yo no sabía) se encargaron de animar al personal con sus guitarreos fuertes y sus comentarios entre canción y canción. Hasta organizaron un pasillo en medio de la multitud para que la gente se metiera a hacer pogo tranquilamente.

Estuvimos un buen rato en el Black Bikini y luego nos largamos a dar una vuelta por los otros escenarios. Es lo bueno de los festivales; si te aburres de un grupo siempre tienes otro que te puede gustar más. Ya cuando nos cansamos de dar vueltas acabamos por volver al escenario grande, ya con la idea de quedarnos allí hasta que salieran los Guns (el último grupo que tocaría en dicho escenario aquel día).


Y mientras el Sol nos abandonaba y los focos cobraban protagonismo, otros grupos llegaban y se iban; primero vinieron Barón Rojo con el clamor del público dándoles la bienvenida, muy entregados. Lo mismo ocurrió con Obús, los cuales sucedieron a Barón y se metieron a la gente en el bolsillo. También sacaron a algunas muchachas al escenario para llevárselas al backstage, pero eso es otra historia.

Y al final, por fin, llegó el turno de los más esperados de la noche.
He de ser sincera; cuando estás cerca del escenario, la música no llega a tus oídos con claridad. Si a eso le sumamos una multitud embravecida rodeándote y a un montón de tíos enormes tapándote la vista del escenario, todo resulta bastante confuso. Yo solo sé que cuando los Guns n' Roses salieron al escenario y empezó a sonar Welcome to the Jungle, empecé a saltar y a cantar en una punta del público y acabé siendo arrastrada hacia la otra. Vamos, que había un ambientazo.
Lo que queda de Axl Rose
La gente lo daba todo mientras sonaban sus temas más conocidos. La verdad es que el grupo está bastante menguado, sobre todo el vocalista; de hecho creo que durante su actuación escuché únicamente la voz del público, que ahogaba a la del desmejorado Axl. Pero bueno, ¡y lo bien que nos los pasamos! La verdad es que el entusiasmo y la entrega suplió la calidad del directo.

Después de los Guns ya nos retiramos. Me dió pena perderme a Lacuna Coil, que tocaba en el Black Bikini justo al mismo tiempo... pero en fin, no se puede tener todo. Al fin y al cabo, al día siguiente iba a tener a Nightwish ante mis narices.




SEGUNDO DÍA

El sábado llegamos al recinto sobre las 4 y pico de la tarde con una mentalidad totalmente distinta a la del día anterior: ¡Pegados al escenario grande todo el santo día! ¡A coger un buen sitio y prohibido moverse! Y es que por ese escenario iban a pasar los grupos que más nos interesaban: In Flames, Marylin Manson y, por supuesto, Nightwish. Así que, en cuanto llegamos, ignoramos las sombras de los árboles y tiramos directamente para las puertas, a hacer cola.

Una pena que ese día hubiera más gente con la misma mentalidad que nosotros; a diferencia de el día anterior, ya había una cola formada a las puertas. Suerte que no era muy larga (aun así creo que me quedé sin uñas en la mano derecha) y la espera no se hizo tan terrible como me temía; el sol no apretaba tanto como la tarde del viernes. De hecho llegué a pensar que nos iba a llover y se nos iba a fastidiar el concierto, lo cual me dejó sin uñas de la mano izquierda.

Pero no, no llovió; simplemente, las nubes nos libraron de un calor infernal, lo cual fue de agradecer. El tiempo pasó volando mientras hacíamos de nuevo la inspección reglamentaria de camisetas de los alrededores y expresábamos nuestra admiración por cabelleras ajenas. También hicimos apuestas sobre qué canciones tocarían Nightwish y en qué orden, e intentamos aprendernos Taikatalvi sin mucho éxito (en mi defensa alegaré que llegué a aprenderme Erämaan viimeinen enterita, pero con el tiempo se me fue olvidando). Finalmente, abrieron las puertas y nos dejaron entrar en libertad.

Entonces me sentí un poco como si acabaran de empezar los Juegos del Hambre. Concretamente, el escenario Costa de Fuego era la cornucopia.
¿The Walking dead?
¡Correr, correr, correr! Guardias diciéndonos que no corriésemos, gente que pasaba del tema y se iba a toda pastilla hacia el escenario, que si se me cae el bolso, que si me han quitado el tapón de la botella y se me derrama encima... En fin, al final no acabamos muy mal. De hecho terminamos en segunda/tercera fila (ya se sabe que en los conciertos es difícil permanecer siempre en el mismo sitio, pero pudimos quedarnos así de cerquita toda la noche). Una vez terminó un poco el caos de entrada y ya nos apretujamos unos contra otros en posiciones relativamente cómodas, nos relajamos un poco y pude dejar de acabar con mis propias uñas. Incluso entablamos conversación con algunos personajillos que había por allí. Es que estrujarse contra el mismo escenario une mucho.
Sí, tú, el de la izquierda. Queremos tu champú.

Antes de que nos dieramos cuenta, los Noctem aparecieron en el escenario con una puesta en escena brutal.  Su música no es estilo de metal que más me gusta, pero la verdad es que resultaron bastante entretenidos. Lo cierto es que, ya que estábamos tan cerquita del escenario, ¡qué menos que darlo todo! El puntazo fue cuando el cantante se bebió una copa de "sangre" con muy buena pinta.
Aunque la verdadera incógnita que nos trajo de cabeza todo el rato fue qué champú usaría el guitarrista. Menudo pelo Pantene.


The Architects también levantó mucha euforia en el público. No es un grupo que me apasione, pero tampoco se me hizo pesado. El vocalista intentó organizar un macro-pogo, pero yo me agarré a mi sitio como un clavo. ¡A mí no me movía ni Dios! Me dio la sensación de que salieron un poco decepcionados del escenario, sobre todo a causa de que se hartaron de hablarle al público en inglés y poca gente le respondía. Es lo que tiene.

Ya rozando el ocaso, salió a escena el otro gran fichaje de la noche.


Ya cuando prepararon el decorado empezaron a oirse gritos de "¡In Flames! ¡In Flames!". Los había escuchado antes y me gustaba su estilo, pero aquí me terminaron de conquistar del todo. Una de las mejores actuaciones de la noche. De hecho vivimos la primera mitad al máximo. Digo la primera, porque durante la segunda mitad de la actuación empezaron a surgir interrupciones inesperadas...
Y es que estaba yo tan metida en situación, disfrutando de la potencia de la música, cuando empiezo a notar cierto revuelo entre los nightwisheros de los alrededores. Miro a ver a qué viene tanto alboroto y, de pronto, veo al fondo una cara conocida asomando por la esquina derecha del escenario.

—¡Ostras! ¿Pero ése no es Ewo?

En efecto, el manager Ewo Pohjola se había asomado a curiosear a los In Flames. El grupo debía de estar preparándose en el backstage, pues justo después iban ellos. Total, la gente cantando las canciones y gritando el nombre del grupo y nosotros como subnormales: "¡Ewo! ¡Ewooo!". Y claro, yo me empecé a poner de los nervios.

Pero la cosa no quedó ahí. Cuando los ánimos se habían calmado un poco con el lío de Ewo, oigo otro revuelo. Antes de poder ponerme a invertigar, S. se vuelve hacia mí con los ojos brillantes.

—¡Celia, allí está Jukka!

Y allí me lo veo, esta vez en la esquina izquierda del fondo; Jukka Nevalainen allí tan feliz, de brazos cruzados, escuchando disimuladamente al grupo. Los nightwisheros empezamos a entrar en modo berseker y otra vez nos olvidamos momentáneamente de In Flames llamando a Jukka a grito pelado.  Obviamente no nos escuchó, pero al menos me sirvió para liberar tensiones. Encima, también pudimos ver a Troy Donockley por allí. Y los nervios subiendo y subiendo.

El grupo se despidió finalizando su grandiosa actuación y el público le dijo adiós entre ovaciones. Entonces vino el intermedio, un descanso de unos veinte minutos que se me hizo eterno. Y mientras, comenzó el montaje del escenario.
¿Ese era Tero Kinnunen? Me quedé con la duda
Si por algo destaca Nightwish en directo es por su buena puesta en escena, tanto por el decorado como por la pirotecnia. Lo primero ya lo pudimos comprobar en cuanto comenzaron a montarlo todo. Cada vez que traían un elemento nuevo a escena (el increíble piano, el póster de "Imaginaerum" de fondo, los paneles...) una nueva exclamación general se alzaba en la multitud. En serio, qué veinte minutos más largos. Nunca en la vida habían tardado tanto en llegar las diez de la noche. Por suerte el tiempo nos acompañó, y los vasos de agua que los encargados nos pasaban desde la parte delantera del público fueron de gran ayuda.

Esperando a Nightwish se nos hizo de noche. Y la cosa empezó a ponerse en plan:

E.:  —Celia... ¡ya quedan cinco minutos!

YO: —...¡¿Todavía?!

Pero la espera no podía ser eterna. De pronto, la música de ambiente paró y cambiaron las luces, y cientos de gritos (entre ellos el mío, claro) se perdieron en la noche incipiente. Siguiendo con su ritual, una melodía de Hanz Zimmer que no pude reconocer dio comienzo al espectáculo. Coreábamos el nombre del grupo sin parar, hasta que por fin comenzaron a aparecer en el escenario. Emmpu, Jukka, Marco, Tuomas y Anette, radiantes y enérgicos. Por fin los estaba viendo en carne y hueso delante de mí, a apenas unos metros de distancia. El maestro Holopainen empezó a darle forma con sus dedos a las primeras notas de Storytime. Entonces, comenzó la magia.
Cuando llevas mucho tiempo escuchando las canciones de un grupo, éstas acaban por formar una parte siempre presente en tu vida, una especie de banda sonora de tu propia historia. Por eso, verlos tocando en directo me impactó realmente. Cuando Jukka hizo sonar la batería en todo su explendor, fue el detonante de una euforia que sólo la música puede provocar, y el hecho de que la gente a mi alrededor estuviese sitiendo lo mismo, todos juntos dejándonos llevar por la adrenalina, lo hacía aún más idílico. Como el resto de esos días de tu vida que nunca caerán en el olvido, recuerdo estos momentos envueltos en una bruma idealista que puede no ser completamente fiel a la realidad. Pero así es como yo lo viví.

La verdad es que eligieron muy bien el recopilatorio de canciones a tocar. Siendo un festival de música con ciertos horarios estrictos, sólo tenían una hora como máximo para tocar y mucha discografía a sus espaldas. Por eso, dejaron de lado las baladas y se centraron en sus temas más conocidos y de ritmo acelerado. Funcionó; consiguió tenernos ahí dándolo todo, y parecían encantados con el entusiasmo. Así que tras Storytime siguieron con algunos clásicos como I wish I had an angel, Planet hell y Nemo, y también le dieron caña a los discos más nuevos con canciones como Amaranth. Por supuesto, la pirotecnia estuvo muy cuidada, dando el empujoncito en los momentos apropiados, y Anette estuvo muy afinada al micrófono. De Marco como vocalista no comento nada porque es un dios nórdico, y de los dioses nórdicos no se duda.

Aunque la gran sorpresa de la noche fue otra. Me explico; yo no tenía ni idea de que tocaran esa canción en sus últimas giras. Ni siquiera pensaba que Anette la había cantado alguna vez en directo. Así que casi me da algo cuando empecé a escuchar las primeras notas...

Tocaron Come cover me. ¡COME COVER ME!

Creo que nunca me había desgañitado tanto. De hecho acabó por formare un sospechoso cerco vacío de personas a mi alrededor, pero no sé si debería achacarlo a eso.
¡Ese Troy, oé!
Momento de inspiración celestial
En fin, la verdad es que no recuerdo bien el orden de las canciones. Pero, después de romper el hielo con las primeras, Troy salió al escenario gaita en mano y dieron paso a las canciones con toques más celtas. La potente I want my tears back, la instrumental Last of the wild (intenté cantarla con la letra de Erämaan viimeinen, pero me fue imposible) y también otra sorpresa, Over the hills and far away, con el tono cambiado de su versión inicial (lo cual me resultó raro de oir, la verdad). 

Seguramente me esté dejando canciones por mencionar, tengo una memoria pésima. La que nunca se me olvidará será la última que cantaron, que no podía ser otra que Last ride of the day. Esa montaña rusa idónea para poner punto y final al espectáculo. No puedo describir la emoción que sentí cuando la canción finalizó y los últimos fuegos brillaron sobre el escenario envueltos en gritos y aclamaciones. 

Mientras sonaba Imaginaerum, la canción instrumental que recopila orquestalmente los retazos más importantes de su último disco (una canción hecha para dar cierre a un gran show), todos siguieron con su ritual y se inclinaron ante el público agarrados unos a otros. 

Después, se fueron. Y fue entonces cuando todo el peso de haber estado toda la tarde de pie, y de haberlo estado dando todo durante la última hora, cayó sobre mí. Sintiéndolo mucho por Marylin Manson, nos abrimos paso entre todos los zombis (nos costó la misma vida, pero la gente se mostró asombrosamente comprensiva con los empujones y los pisotones) y nos tiramos en el césped a descansar con el fresquito nocturno. Habían sido muchas emociones juntas y había que reponerse.

Al final acabamos viendo a Marylin desde allí; de hecho, ni siquiera tengo más fotos del festival porque aquél se convirtió en nuestro palco. Aún así, pudimos disfrutar del directo de Manson, que fue totalmente genial. De verdad, merece la pena. Estar fuera de la multitud también nos permitió ver algunos fenómenos graciosos, como cuando comenzaron a tocar Sweet dreams y un montón de gente echó a correr a la vez hacia el escenario grande.

Después vino Hamlet, de los cuales no habré escuchado más que dos o tres canciones. No me explayo demasiado porque, sinceramente, estaba demasiado agotada para echar demasiada cuenta a la actuación y aparte tampoco me entusiasman mucho. Así que aquél fue nuestro último concierto del día, y también del festival. Y, con mucha pena y deseando que aquello durase para siempre, nos despedimos de aquel paraíso del metal.


Y esta fue, en resumidas cuentas, mi experiencia en el Costa de Fuego 2012. Ojalá se repitiera otros años. Como ya mencioné antes, es la primera vez que he asistido a un evento de este tipo y por ello me ha sorprendido el ambiente sano que encontré allí. Tampoco me tomeis por inocentona; obviamente habrá alcohol y drogas en festivales así, pero no es a eso a lo que me refiero. Allí vi una gran diversidad de personas en lo que se refería a edades, cultura, forma de vestir... Sin embargo, me di cuenta del pacifismo general, del respeto, de la escasez de malos rollos o grandes peleas. Me encantaba ver a parejas de abuelos casi octogenarios dando saltos al lado de un grupo de adolescentes hevyatas, o a padres disfrutando de la música con sus hijos pequeños a cuestas. Es extraño presenciar algo así rodeado de tanta gente... Si es que el metal une a las personas, hombre. Larga vida al metal.

Y esto es todo. Lo de "en resumidas cuentas" de antes es un poco irónico. Si alguien se lee la entrada entera le pongo un piso en la playa. Pero me tiene que traer un resumen certificado, ¿eh?


¡Nos vemos!


PD: aún no he visto a Nightwish tocando Ghost Love Score en directo. Vaya, qué lástima... tendré que ir a otro concierto de ellos a ver si la tocan.