High hopes

Escrito por las patitas de Cucaracha en su guarida sábado, marzo 19, 2011

Ay, pero qué fácil es hacerse ilusiones; el lado oscuro del optimismo. No lo digo por esos momentos de felicidad en los que crees firmemente que todo va a ir sobre ruedas, por supuesto (de hecho, estar en una nube es una de las mejores sensaciones de la vida en mi opinión). Pero claro, cuanto más alto suba tu nube de ensoñaciones... peor será, si lo hay, el batacazo de después.
Y aquí estoy yo, erre que erre, intentando hacerme poner de nuevo los pies en la tierra aunque sea un poquito. Mi yo racional se está temiendo lo peor, ve venir la decepción detrás de las esperanzas y le da miedo que mi yo cándido y soñador sufra el impacto del "NO" y pase un mal rato. Pero el yo cándido sigue en sus trece; ha pasado demasiado tiempo dormido y, ahora que por fin lo han despertado con una esperanza, quiere vivir su posiblemente corta vida al límite. Mi yo racional es más maduro y en seguida se da cuenta de que, por mucho que pueda sufrir después, sería una crueldad devolver al yo cándido a su sopor sin haber gozado de sus días lúcidos; es por ello que tampoco pone mucho empeño en su labor.

Supongo que ha quedado clara mi situación actual, y espero que nadie se haya quedado con la sensación de que tengo doble personalidad. Pero para asegurarme, paso a escribir sobre sucesos reales y me dejo de tantas metáforas psicológicas.
Me pregunto si alguien recordará una entrada de hace unos meses, en la que hablaba de mi primer paso, en un largo periodo de tiempo, para lograr mi sueño de publicar alguna de mis obras. Concretamente, hablé de un concurso literario al que presenté una novelilla que escribí el verano pasado, sin muchas esperanzas pero con el deseo de que aquello sirviese para romper de una vez la barrera de la apatía y lanzarme a conseguir mis propósitos. Pues bueno, unos meses después, me enorgullezco de declarar que la decisión fue acertada y, gracias a ella, he vuelto a escribir activamente y tengo preparados tantos proyectos que ni siquiera yo sé de dónde habrán salido.
No, no gané el concurso. Ni siquiera quedé finalista, sino que, simplemente, pasó sin tener noticias de mi obra. Pero como yo ya me lo esperaba y aún tenía el gusanillo de esa novela, me puse manos a la obra en cuanto estuve segura de que no había ganado el premio y, por tanto, no tenía ningún tipo de compromiso con la entidad que lo había organizado; carta de presentación por aquí, sinopsis por allá, capítulos sueltos, correcciones... En fin, que me puse a enviar mails a diestro y siniestro a cualquier editorial que me pareciese que pudiera tener un catálogo más o menos similar al género de mi novela. A pesar de los nervios iniciales, y de que mi yo cándido ya empezaba a revolverse inquieta en su capullo a punto de despertar, decidí cantarle una nana y armarme de paciencia, a sabiendas ya (después de haber leído mil opiniones afirmando lo mismo) de que esas respuestas suelen tardar meses en llegar, ya sea un sí o un no, e incluso muchas editoriales ni siquiera llegan a responder.
Pero todo mi autocontrol se fue al traste: a la semana, un mail nuevo en la bandeja de entrada. Era de una editorial, de una que, además, me gustaba mucho. Lo abrí intentando contener un grito, llamando a voces a mi yo racional para que sedase a mi yo cándida, que había salido del capullo como una bala y , fuera de control, había empezado a hacer desbarajustes a lo bestia por todos lados. Sin embargo, no llegó a tiempo; el correo se había abierto. El batacazo iba a ser sonado.
Pero... no llegó. ¡El batacazo no llegó! La respuesta era positiva. Les había gustado mi sinopsis y mis primeros capítulos, y requerían una copia del manuscrito en papel. Aún hoy sigo releyendo de vez en cuando el mail para asegurarme de que no fue un desvarío.
En fin, ahora otro de los clones de mi querida novela va rumbo a la aventura en otro de esos sobres acolchados; al menos estará cómodo. No gané el concurso, pero ahora tengo una oportunidad abierta que podría, o no, convertirse en el triunfo definitivo. Intento mantenerme serena, porque esto va a ir para largo; no se tarda tan poco en leer una sinopsis y un par de capítulos como en evaluar un manuscrito. Por lo menos tengo para tres meses y más vale ponerse cómoda. Pero claro, esa idea no tiene sentido para la cabeza llena de pájaros de mi yo cándida, que se empeña en sumirme de vez en cuando en esos estados de felicidad "tipo helio", que te hacen flotar y no te dejan bajar al suelo y concentrarte. Me va a doler el batacazo, me va a doler.
Pero, ¿y si de nuevo no llegase...?

Voy a escribir aquí mis pequeños pasos en busca de una publicación; me gusta la idea, será como un registro de todos mis intentos y fracasos en este difícil mundo de la literatura. Además, tal vez a otros aspirantes a escritores les guste encontrarse con casos similares a los suyos por estos lares. Por supuesto, escribiré sobre el batacazo dentro de unos meses -si lo hay. Y, por supuestísimo, habrá noticias por aquí el día en que por fin obtenga una respuesta positiva... Porque lo habrá, claro que lo habrá.

Deseadme suerte...

PD: ya que le he puesto este título al post, pondré la canción...